Navidad compartida Cada fin de año, Santa y su taller recibían cartas a más no poder. ¡No damos abasto con tanto pedido! –dijo un día un duende, algo compungido. Y Santa, paciente, le dio la razón: Pensemos entonces una solución. El duende nervioso se puso a pensar, pero la respuesta no pudo encontrar. Los niños son muchos yo no sé qué haremos, habrá que apurarse o no llegaremos. Otro duendecito, joven y dispuesto, propuso una idea, feliz y contento: Durante la noche también trabajemos y con los pedidos, así llegaremos. Y Santa, muy sabio, dijo al duendecito, en un tono dulce y algo suavecito: Agradezco mucho tu buena intención, pero no dormir no es la solución. Y entonces habló el más calladito, un duende que, encima, hablaba bajito: Pidamos ayuda a niño por niño, verán que lo harán con mucho cariño. Los pequeños acostumbran a pedir y recibir ¿y si este año aprenden a compartir? Intrigados y callados lo dejaron continuar, tal vez no er