Carta a su esposa engañada

CARTA A UNA ESPOSA ENGAÑADA

Amada esposa, hace tiempo que el remordimiento 
me carcome el alma y no puedo conseguir 
la calma, no he sido honesto contigo; 
haci que he decidido contártelo todo aunque 
sepa que esto te romperá el corazón;
 antes de empezar mi confesión te pido que 
me perdones por todas las madrugadas 
que has pasado llorando por mi ausencia, 
aferrándote a la almohada mientras 
yo en otros brazos estaba.


En más de una ocasión al llegar a casa 
amaneciendo con aliento a alcohólico y 
una a letanía de estúpidos pretextos encubriendo 
mi cobardía, ver en tus ojos abnegados 
de llanto y tus labios fingiendo una sonrisa 
intentando decirme cuanto te dolía mi 
desamor, sin contar las veces que fingías dormir y 
apretabas los puños bajo las sabanas 
mientras tu corazón golpeaba con furia tu pecho.


Nunca olvidare aquel 14 de febrero en que 
te esmeraste preparando la cena, te pusiste 
tu mejor vestido y mantuviste despiertos a los 
niños hasta las 1:00 de la madrugada esperando 
verme cruzar la puerta solo para 
decir a coro: ¡Hola, feliz día del amor!.
Pero esa noche también llegue de madrugada,
 abrí la puerta y mire 3 regalos sobre la mesa, 
apreté los puños, contuve el llanto y 
me sentí como el más ruin de los hombres;
 mire a mis hijos con carita desilusionada,
 mire tu rostro torturado por el llanto y en mi 
almohada una tarjeta que decía:
 "Con todo mi amor
 para el hombre de mi vida, Te amo".

Fue como recibir mil puñaladas en el corazón, 
apunto estuve de perder la razón pensando 
en cuanto dolor te había provocado 
por mi supuesta "hombría"; si... esa,
 de la que presumimos muchos al 
sentirnos muy hombres, 
invitando la copa a los amigos y teniendo 
otras mujeres que al final solo 
dejan desolación en el alma.

Hoy he comprendido todo lo que vales eres 
una gran mujer, un extraordinario ser humano,
 una gran madre y la mejor esposa;
 lástima que no pueda decírtelo de frente 
porque justo hoy me has abandonado, 
ahora me encuentro solo con mi hombría 
por compañía, mientras mi cobardía 
se ríe a carcajadas de mi.

Hay tantos que como yo que hoy lloran arrepentidos, 
pienso también en aquellos que aun no saben lo que 
les espera cuando su mujer 
comprenda lo poco hombres que son.

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